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1.

Estábamos agotados, habíamos hecho lo mismo todo el rato. Ella me había preguntado un par de veces si no se me hacía incómodo moverme con tanto volumen. Yo le decía que sí, pero que por más que no dejase de llamarme gordo a mí mismo no me quedaba sin hambre, siempre me quedaba antes sin comida. Ella me preguntó si ahora tenía. Yo le dije que siempre. Me preguntó si también tenía mientras comía. Le dije que la única diferencia es que entonces tenía mucha más, más salvaje. Farfullo algo que no entendí. No sé si estábamos hablando de lo mismo, si lo habíamos hecho en algún momento aquella semana. Pero no era desagradable.

Dos coles nos pasaban por encima y nos metimos en el agujero hasta que pasaron. Se estaban incrementando las visitas. Me dije a mí mismo que era el único sitio en el que podían usarlos, así que quizá sólo estaban haciendo prácticas de más para matar las ganas. Si no era eso no importaba mucho pensar en ello o no hacerlo. Cuando pasaron de largo volvimos a rebuscar, a agacharnos moviendo desechos para encontrar comida, algún tesoro. No siempre se lanzaban cosas inútiles por los colectores. Venía bien tener algo que cambiar por agua en la puerta. Siempre venía bien no estar parado, mantenerse activo. La forma más rápida de no encontrar nada es dejar de buscar.

Al agotarnos nos metimos en el agujero y nos tumbamos. Incluso ahí abajo podía oír el motor de los coles pasando de cuando en cuando. Su cuerpo era cálido y eso estaba bien. Supongo que el mío también lo estaba. De vez en cuando nos acercábamos más, tanto que la ropa empezaba a molestar. Me gustaba su cuerpo. Pequeño, fibroso, ágil. Era tan diferente al mío que dolía pensarlo. Eran escaramuzas rápidas, roces. La primera vez le pregunté si no tenía miedo a quedarse embarazada. Gorgojeó como si hubiera dicho lo más estúpido del mundo y me respondió que estaba tan esterilizada como cualquier otro del callejón. Le dije que yo no venía de allí. Quizá le pareció confuso, pero no se extrañó. No había más que verme para saberlo. Recuerdo que entonces me alegró que estuviera ahí, no estar solo.

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